El otro día cuando le conté a mi madre que el domingo 5 de Febrero, hace ya más de tres semanas, iba a ir a la cuarta etapa de la Desbandá, desde Almuñécar hasta Salobreña, me preguntó:
-¿Tú sabes que mi abuelo, mi abuela, mi madre y su hermano, y por otro lado mi tío Pepe, su hermana y su padre tuvieron que huir por la Carretera Málaga Almería de los bombardeos en la Desbandá?- y yo le respondí:
– La verdad es que no.
Huyeron atemorizados juntos, mi bisabuelo, bisabuela, mi abuela y mi tío abuelo. Pudieron llegar hasta Málaga ciudad, pero una vez allí les aconsejaron que regresaran a Marbella.
Les explicaron que no volvieran por la costa por el peligro de los bombardeos, así que cogieron por los pueblos de interior y cuando llegaron al puerto de Ojen los pararon, a punto estuvieron de fusilar a mi bisabuelo Salvador, mientras iban asesinando a otras personas en la masacre. Pero tuvo suerte, escapó y así llegó la familia al completo a Marbella.
Mi abuela, Catalina Rivas Villalba era pequeña tendría unos tres años y su hermano cinco y tengo la suerte que aún puedo disfrutar de ella, pero era tan pequeña que no se acuerda de nada.Todo lo que sabe y nos traslada es porque se lo contó su madre y su padre.
La otra historia, es la de tito Pepe, su hermana y su padre que iban juntos. Mi madre los llamaba tito y tita, y es correcto, pero exactamente eran su tío abuelo, su tía abuela y su bisabuelo.
Una vez en Salobreña y habiendo cruzado a la otra orilla del río Guadalfeo, se separaron, y mi tía bisabuela, que también iba con su novio, se unió en la «huía» a la familia de él, y pudieron llegar a Almería.
Las imágenes que comparto corresponden a un monolito levantado en honor a los caídos en el río Guadalfeo, que tuvieron que cruzar una vez los bombardeos derribaron el puente y estuvieron obligados a hacerlo a nado, murieron en su mayoría ahogados por el gran torrente que llevaba el río debido a las intensas lluvias de aquel año.
Mi tatarabuelo, Diego Villalba, y mi tío bisabuelo, Pepe Villalba Gil, iban con un rebaño de cabras pendientes de ellas a otro paso, con intención de venderlas, porque temían que los golpistas asesinos y sus aliados, se las robaran. Tuvieron que desviarse de la costa, dejando atrás la carretera de Almería, para que las cabras pastasen por la zona del interior y así fue como se salvaron de los bombardeos, gracias a su ganado.
Las cabras al final, las pudieron vender, así que llegaron a Almería, pero mi tatarabuelo vivió allí tan sólo unos meses, porque cayó enfermó y murió.
Mi tío bisabuelo «tito Pepe» que era un niño, tardó un año en regresar a Marbella, en todo ese tiempo llegó a parar a un barco ruso, donde trasladaban a los niños huérfanos para ponerlos a salvo en su país, pero él al final, acabó huyendo.
La mayoría de todos los miembros de mi familia de esta historia, afortunadamente se salvaron, excepto mi tatarabuelo que murió por enfermedad en Almería, puede que por la dureza y penurias del largo camino.
Se calcula que la suma total de refugiados fue de 300.000, hubo entre 5.000 y 15.000 víctimas inocentes civiles en su mayoría, niños, ancianos y mujeres. Otros 8.000 fueron fusilados en los seis meses posteriores en Málaga ciudad y otros miles en otras poblaciones a medida que el ejército sublevado las fue ocupando.
Estas personas huyeron por el camino despavoridas, por la estrategia de pánico utilizada por las tropas sublevadas, las aterradoras amenazas radiofónicas de Queipo de Llano o los desmanes de las tropas marroquíes causó una psicosis colectiva y se produjo la huída masiva, al final pudieron llegar a Almería según el censo oficial de refugiados, unas 56.000 personas, otros miles siguieron caminando hacia otras ciudades como Alicante, Valencia o Barcelona.
Pese a la magnitud del crimen, la Desbandá ha quedado largamente callada durante toda la dictadura y después en democracia, escondida sólo en la memoria de los que lo padecieron. He escuchado a mucha gente decir, que eso son cosas del pasado y de la guerra, pues están equivocados.
En primer lugar, no son cosas del pasado hasta que los familiares de las víctimas no puedan encontrar los cuerpos de sus seres queridos asesinados y darles un entierro digno.
Se podrá pasar página cuando los asesinos no ocupen lugares de culto honoríficos y pagados con dinero público, mientras tanto, hay que dar cumplimiento a la ley de memoria democrática, aprobada por el actual gobierno para que se conozca la verdad, ocultada por la dictadura y el miedo, se haga justicia y reparación. Hasta que no se cierren esas heridas tan profundas aún abiertas, no podremos avanzar como sociedad y por lo tanto, políticamente.
En segundo lugar, estoy cansada de escuchar que fue una guerra civil y que había dos bandos. Pues no, fue un golpe de estado, y los golpistas acabaron a la fuerza con un gobierno legítimo como fue el de la II República. Las tropas franquistas y sus aliados, fueron los que sembraron terror provocando esta matanza y muchas más a lo largo y ancho del país, el resto, en su mayoría civiles, se defendían de sus ataques.
Desde 2017 asociaciones memorialistas, realizan todos los años, una marcha por la costa de Málaga, Granada y Almería, en honor de las y los asesinados y asesinadas. Comprende de 260 kilómetros de recorrido por la carretera de la muerte.
Este año, ha estado dividida en 10 etapas, ha sido la séptima marcha organizada por la Asociación La Desbandá, en homenaje a todas esas personas caídas en los bombardeos ocurridos en la provincia de Málaga en el 1937, durante el golpe de estado en España.