La niña del columpio

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Una escultura de nuestra ciudad que le tengo apego porque es parte de nuestro paisaje urbano, la niña siempre ha estado ahí, estática pero a la vez parece que va a empezar a balancearse de un momento a otro en su columpio, mirándonos al pasar.

El arte es pura expresión de las ideas, emociones y de la visión del mundo del artista y nos provoca sensaciones, sentimientos, recuerdos o simplemente nos muestra la historia. «La Niña del Columpio» me recuerda observándola, a la actividad, la diversión en la infancia, la alegría y el positivismo. Y sobre todo me transmite una sensación de libertad provocada por estar meciéndose al viento, es pura representación del movimiento. Me sugiere todo lo contrario a lo que te puedes encontrar en la actualidad en nuestro país, que no es otra cosa que el robo de las libertades y derechos de esa niña ya seguramente convertida en mujer en el presente, esa chiquilla representa parte de la infancia de cada una de nosotras.

 Es del escultor Francisco López Burgos de Granada. El autor decidió donarla a la ciudad y el Consistorio tan solo tuvo que abonar los gastos de su fundición que fueron unas 65.000 pesetas. El Ayuntamiento la adquirió finalmente en el 1968. Desde hace años se encontraba en un sitio muy escondido de la Avenida del Mar, junto a la entrada del aparcamiento subterráneo hasta que en 2016 se decidió limpiar, pintar y trasladar muy cerca de su lugar original, pendiendo bajo los árboles de la Alameda.

 La modelo para la escultura fue la propia hija del artista, María Antonia. Es de tamaño un poco inferior al real, de alto mide dos metros, de ancho un metro y tiene una profundidad de un metro. Está hecha de bronce e hierro. El balancín se encuentra en pleno movimiento hacia atrás y hace un ángulo con el soporte. La niña, sentada con la espalda arqueada y ambas manos agarrando el columpio, cogiendo impulso con las trenzas moviéndose, como queriendo llegar lo más alto posible. La pierna izquierda toma empuje y la derecha deja las zapatillas el talón al aire. El vestido tiene unas curvas que representan pliegues. La cara la tiene hacia adelante, con la barbilla levantada, con los ojos semiabiertos y con una media sonrisa.

 La obra fue primera medalla en la Exposición Nacional de Arte Contemporáneo de 1970. López Burgos es autor de otra escultura también simbólica en Marbella: La Venus.

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