Las apariencias engañan

La pandemia ha dejado más claro que nunca que nuestro planeta está siendo esquilmado por la mano de la raza humana, tanto que llevamos un año con un virus que la mayoría de investigaciones indican que viene de origen animal y se pueda relacionar con el deterioro de nuestros ecosistemas.

Hace un año durante los días de confinamiento más severos a nivel mundial, veíamos como la calidad del aire se iba recuperando, reduciéndose la tasa de contaminación de forma radical por el parón del tráfico aéreo y terrestre. Nuestros ríos, mares y océanos estaban y siguen repletos de basura, en este sentido no parece que hayamos mejorado en ningún momento.

En los últimos tiempos han sucedido hechos clave en nuestro municipio, que si los analizamos, nos hacen tomar consciencia la forma irresponsable de gobernar de los actuales dirigentes locales, porque poco han aprendido de la entrada en acción de este virus, para tomarse los asuntos medioambientales a la ligera como hacen.

Sucesos recientes y no tanto, como limpiezas agresivas con maquinaria pesada de varios cauces de ríos como el Guadaiza, arrasando con toda la vegetación autóctona que habita en él, y sin tener en cuenta los peces endémicos o las nutrias, además de dañar el curso del propio río y su bosque de ribera, con similares actuaciones en Río Real.

Expresamente quiero referirme al Río Guadalmina porque nos hemos enterado hace pocos días a través de colectivos ecologistas e incluso del propio club de golf vecino, que quieren construir en su desembocadura un chiringuito de hormigón de nueva planta con sótano y ya sabemos los daños ambientales que causan y la imprudencia que supone urbanizar en un lugar donde la confluencia de la corriente fluvial con la marítima sobre todo en época de temporales puede ser fatídica. Arrasan y construyen, sin tener en cuenta que los cuatro ríos del municipio están catalogados por la Unión Europea como Zona de Especial Conservación (ZEC) dentro de la Red Natura 2000.

Sin embargo se vanaglorian haciendo «greenwashing» con la inauguración de un mirador ornitológico en la desembocadura de Río Verde, o decir promover un proyecto verde en Arroyo Guadalpín o señalizar diversos senderos de Sierra Blanca, cuando no se solucionan problemas básicos como la renovación de la antigua red de saneamiento, que debería estar separada las pluviales de las fecales hace más de treinta años, aún no están ejecutadas y los continuos vertidos, que antes contenían entre otras cosas toallitas, ahora se mezclan con mascarillas, y llegan de los ríos o arroyos directamente al mar.

Si hablamos de nuestros 27 km de playa, el Ayuntamiento construye paseos de madera destrozando los escasos reductos de dunas y la flora y fauna en ellas existentes, teniendo la desvergüenza de anunciar su regeneración una vez arrasadas, cosa que por mucho dinero público que gasten, la mayoría de las veces son imposibles de recuperar, a la vez que los paseos existentes desde hace años siguen abandonados a su suerte con una falta de mantenimiento palpable como en la senda de Cabopino o el camino de albero de Real de Zaragoza.

Vemos como no terminan los trayectos de paseo, porque favorecen a los intereses particulares por encima de los generales, haciéndonos perder espacio público en beneficio de algunos chiringuitos con terrazas que duplican o triplican su superficie de uso permitido y lo hacen sin pagar por el exceso de ocupación, mientras que el Ayuntamiento no les exige nada porque mira hacia otro lado.

La denuncia de construcción de nuevos chiringuitos en áreas de dunas en el litoral, aprovechando que carecen de protección ambiental, para poder enladrillarlas libremente acabando con la poca naturaleza que queda o los traslados de chiringuitos existentes en zonas dunares ya protegidas, son ejemplos aún más indignantes de como el equipo de gobierno calla y otorga, no sé si a propósito o por dejadez, ante las concesiones que la Junta de Andalucía va sacando a exposición pública.

Son incapaces de actuar sobre los pozos de la vergüenza desfasados de los años 70 que invaden nuestras playas y no los han arreglado a pesar de sus repetidos anuncios durante años consecutivos. Hace unas semanas el Partido Popular pregonaba un convenio entre Mancomunidad y la Junta de Andalucía, vacío de intención política, puesto que no contempla ni partidas presupuestarias, ni de los montantes necesarios para realizar las obras, tampoco de un calendario, y ni siquiera de actuaciones. Han vuelto a divulgar algo carente de contenido para hacer publicidad engañosa.

No me olvido del desastre que están ocasionando a lo largo de los años en nuestro ecosistema urbano con las talas indiscriminadas del centro, de calles como Notario Luis Oliver, Antonio Belón, Alonso Bazán o Miguel Cano, de esa zona han quitado más de trescientos árboles. Es necesario hacer alusión a mucha masa verde que va desapareciendo para siempre llegando a tapar los alcorques, eliminándolos.

Con el estropicio que hicieron en la Plaza de los Naranjos han demostrado no tener sensibilidad con nuestras plantas destruídas de unos setenta años de edad, con nuestro patrimonio histórico y se ha probado que no disponen de ninguna idea de jardinería, no existiendo ni un proyecto o un estudio paisajístico en un enclave tan emblemático de nuestra ciudad.

Después de todos los destrozos medioambientales urbanos, anuncian que van a poner 2000 árboles ornamentales en el municipio, sin importar que sean especies autóctonas que suponen un menor gasto y se adaptan mejor a nuestro clima, simplemente el criterio es que sean bonitos y apuesto a que elijan las especies más caras de mantener y menos sostenibles, ya que en el momento del anuncio en la foto mostraban como plantaban un árbol tropical.

Quien no se de cuenta que para atraer un turismo de calidad necesitamos proteger el medio ambiente, ser responsables con la cultura, economía y con todos los derechos de los residentes, no está conectado con la realidad. Esta afirmación ya la exponía antes de la pandemia y ahora con la situación actual, me reafirmo aún más en esta idea.

Acostumbrados nos tienen a la construcción de forma exprés de los escasos espacios libres que quedan antes de aprobar el nuevo PGOU, para que cuando ya esté publicado no haya suelo que proteger porque esté todo urbanizado. El gobierno municipal habituado a cerrar los ojos en cuestiones medioambientales, permiten a las constructoras que maltraten olivos centenarios en Río Real o talen alcornoques y pinos en Elviria, de cuyo proyecto el Ayuntamiento no pasa información a la propia Fiscalía que investiga los hechos por una denuncia realizada por colectivos ecologistas.

La práctica de nuestros gobernantes locales es transmitir la apariencia de una ciudad respetuosa con el medio ambiente, cuando es todo lo contrario, y se dedican a realizar pequeños gestos amables con nuestro medio natural, haciendo campañas de lavado de imagen vacías de contenido, que por mucho dinero que les inyecten, de poco sirven, si no se arreglan primero los problemas estructurales y básicos desde la raíz, por lo que generan una realidad fraudulenta.

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